Yo me defendí.
Yo la defendí. (a mi amiga)
Él se peinó. Él
lo peinó. (a su hermano)
Ella se arregló
el cabello. Ella le arregló el cabello. (a su madre)
La función del
reflexivo como dativo se reconoce por la posibilidad de no usarlo sin cambiar
el sentido de la oración:
Yo me bebí un
litro de agua. Yo bebí un litro de agua.
¿Te conoces
bien la lección? ¿Sabes bien la lección?
Nos quedaremos un rato más.
Quedaremos un rato más.
Carlos se comió
todo el pan. Carlos comió todo el pan.
El incremento
reflexivo que forma parte de verbos como arrepentirse, quejarse, atreverse, se
reconoce por la imposibilidad de prescindir de él (*arrepiente, *quejo,
*atrevimos) o de sustituirse por otro pronombre (*lo arrepiente, *la quejo,
*nos atrevió).
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