El conector de
uso más general es para (que), que
solo posee valor final o intencionalidad cuando va seguido de un verbo. Si a para le sigue un sustantivo o
equivalente, los valores que puede expresar son diversos, como utilidad, destino,
destinatario, fecha futura.
Este cacharro no sirve para nada.
Pidieron unas pizzas para la cena.
He preparado una fiesta para ti.
Lo necesito para
mañana.
En ocasiones, la
causa y la finalidad coinciden, lo que ocurre cuando la razón de un hecho es el
deseo o voluntad de alcanzar un fin. En ese caso, podemos utilizar por + infinito o porque + subjuntivo, lo que permite distinguirlo del valor causal,
que siempre lleva indicativo:
Luchó para
que esto no ocurriera.
Luchó porque
esto no ocurriera (final).
Luchó porque
no quería que esto ocurriera (causal).
A (que) se utiliza tras algunos verbos de movimiento que expresan una dirección del
movimiento determinada:
Mañana iré
a que me devuelvan el dinero.
El bombero subió
a salvar a los heridos.
El conector que puede tener también sentido final
cuando va seguido de subjuntivo, y se utiliza generalmente cuando en la oración
principal expresamos un intento de influir en el oyente, por ejemplo, tras
imperativo:
Trabaja, que
no te tengan que volver a llamar la atención.
Los demás
conectores finales están formados por un sustantivo que expresa la finalidad
intencional, único valor que poseen:
Lo ocultó con
la intención de que no pudieran encontrarlo.
Se ocultó a
fin de no ser descubierto por el enemigo.
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