El concepto de finalidad se expresa mediante
las oraciones finales, las cuales señalan la meta o el objetivo que indica la
acción del verbo principal.
Existen diversas formas de expresar la
finalidad o el propósito con que se realiza la acción indicada por el núcleo
verbal.
Toda finalidad implica una intención por parte
del sujeto, incluso aunque este no sea exactamente una persona; basta con
presuponerla, como sucede en las oraciones pasivas, en las impersonales o en
aquellas que no dicen quién realiza la acción pero en las que la
intencionalidad se deduce del contenido oracional:
Conviene salir temprano para llegar a
tiempo.
Construcción del complemento circunstancial de finalidad
a) Se puede formar con las preposiciones para,
a, por + infinito:
Vine para verte.
Salió a saludarte.
Cantaron para complacerme.
b) Con una oración precedida de la conjunción que
y las mismas preposiciones anteriores:
Vengo para (a, por) que conozcas a mi hijo.
Cuando el sustantivo significa finalidad
Tanto las oraciones como los infinitivos
pueden también ser introducidos por locuciones más o menos fijas, formadas por
un sustantivo que en sí mismo significa finalidad, como a fin de, con objeto
de, con el propósito de. La diferencia está en que para introducir oraciones
deben tomar la conjunción que:
Vengo con el objeto de ver a tu hijo.
Vengo con el objeto de que conozcas a mi
hijo.
Qué estructuras pueden funcionar como complemento circunstancial
de finalidad
Solo los infinitivos y las oraciones pueden
funcionar como complemento de finalidad, pues en español no hay adverbios de
significado final, y los sustantivos, aun cuando lleven la preposición
para, no logran expresar claramente esa significación, sino otras
similares, como destino o meta.
El significado de finalidad supone siempre una
acción que se realiza con un determinado fin, y por eso solo resulta inequívoco
como complemento circunstancial.
Cuando la construcción final cambia de sentido
Si complementa a un nombre puede ocurrir que
el significado no sea exactamente el de finalidad sino el de cualidad de un
objeto, o el de destino. Así, en una oración como Necesito lentes para ver
de cerca, podemos interpretar el segmento con para como complemento
circunstancial de finalidad (para eso necesito lentes), pero también como
complemento determinativo, es decir, aludiendo a un determinado tipo de lentes
(para ver de cerca o de lejos).
Cuando la secuencia con para depende de
un elemento intensivo o enfatizador, la construcción más que final es
exclamativa:
¡Tanto estudiar, para que ahora no
encuentre trabajo!
En algunos casos, el segmento de finalidad
depende de un cuantificador (suficientemente, tanto, etc.) y puede llevar un como
delante:
Es lo suficientemente rápido como para que
no lo alcance.
No comiste tanto como para sentirte mal.
Y cuando se subordina a los verbos copulativos ser y estar, adquiere una intensidad exclamativa:
¡Es para largarse a llorar!
¡Está para chuparse los dedos!
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