La distinción
entre adjetivos absolutos y relativos es útil para explicar la posposición o
anteposición de los adjetivos con respecto al nombre.
Si decimos que la nieve es blanca, el objeto referido
pertenece tanto al conjunto de objetos-nieve como al conjunto de objetos
blancos del mundo.
El adjetivo blanco no depende para su interpretación
de la consideración de otros referentes: se lo denomina por ello absoluto. Lo
mismo ocurre con era una mesa redonda.
Necesariamente se trata de un objeto redondo, aún sin considerar que se habla
de una mesa. Entonces: blanco y redonda son propiedades absolutas, más allá de
los objetos a los que se las asigne.
En cambio, si
decimos que el elefante es pequeño,
la interpretación de “pequeño” es relativa a los otros términos de comparación:
en este caso, el resto de elefantes, no la totalidad de los objetos físicos del
mundo.
Otro ejemplo: es un excelente médico: el objeto
designado pertenece al conjunto de los médicos pero no necesariamente al
conjunto de los objetos excelentes, porque puede ser a la vez un mal ciudadano
y un mal padre.
De los ejemplos
mencionados se puede inferir:
- Los adjetivos relacionales son absolutos. En el caso de mesa presidencial, el objeto referido pertenece al conjunto de las mesas y al conjunto de los objetos presidenciales.
- Los calificativos de color y de forma son también absolutos, lo cual los ubica mayormente pospuestos.
- Los calificativos de valoración y de dimensión son relativos a los otros términos de comparación.
El carácter
absoluto de un adjetivo propicia la posposición. Podemos decir compré un pequeño barco sin que el
adjetivo se interprete como epíteto; en cambio, la frase compré un blanco barco solo puede ser utilizada en una expresión
literaria.
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