miércoles, 29 de febrero de 2012

Deixis y foresis


Según el lingüista John Lyons, la noción de deixis (palabra griega que significa “señalamiento” o “indicación”) se introduce para aludir a rasgos “orientativos” de la lengua relativos al tiempo y al lugar de la expresión. Los llamados pronombres personales (yo, tú, él, etc.) constituyen tan solo una de las clases de elementos de la lengua cuyo significado se establece con relación a las “coordenadas deícticas” de la situación típica de la expresión. Otros elementos que incluyen un componente de deixis son los adverbios de lugar y tiempo como aquí, ahí, allí (cerca del hablante, cerca del oyente, no cerca del hablante ni del oyente) y ahora y entonces (en el momento de hablar, no en el momento de hablar).
El centro del sistema deíctico cambia de una persona a otra cuando cambia el yo enunciador.

Las expresiones deícticas
Son las que permite que señalemos, refiramos hacia un número ilimitado de entidades del mundo; esto muestra la economía léxica que aportan y su versatilidad.
Las expresiones deícticas son referenciales, igual que los nombres propios (Juan), los sintagmas nominales definidos (el primo de Juan) y muchas otras expresiones; pero, a diferencia de las anteriores, además de referir, señalan la ubicación del elemento en el eje del momento y el lugar de la comunicación, considerando además a los hablantes.
La deixis implica, entonces, referencialidad + egocentricidad (el yo del hablante ubica los componentes e intervinientes de la enunciación a partir de sí mismo).
Muchas de las expresiones deícticas además requieren de referencialidad gestual (pensemos en la frase: quiero probarme este pantalón y aquel de allá.

Las expresiones deícticas son (la lista no es exhaustiva):
- pronombres personales,
- determinantes y pronombres demostrativos,
- determinantes posesivos,
- adverbios de lugar, tiempo y manera,
- morfemas verbales de tiempo,
- verbos: ir, venir, llevar, traer.

Foresis
Los pronombres fóricos señalan (interpretan a partir de) otro ítem textual, que puede estar antes (anafórico) o después (catafórico).
Dentro de los pronombres fóricos, un subtipo no se identifica con el antecedente o consecuente, sino que establece una cuantificación sobre él: ¿Qué les pasó a los de Boca ayer? ¡Jugaron mal todos! Ese todos se interpreta a partir del antecedente los de Boca.
Los pronombres relativos son los principales pronombres anafóricos, porque sustituyen a un antecedente en el texto: en la frase Leí el libro que me prestaste, hay dos proposiciones vinculadas: Leí ese libro, Me prestaste un libro. El pronombre relativo es el verdadero sustituto del sustantivo.

lunes, 27 de febrero de 2012

Verbos en español: definición y ejemplos de tiempo, modo y aspecto

Los verbos indican una acción en el tiempo y tienen una conjugación que varía según la persona y el número, el tiempo, el modo y el aspecto.

Los verbos de la lengua española se componen de una raíz, que indica el significado léxico de la palabra; y una terminación, también llamada desinencia, que indica la persona y el número del sujeto; así como el tiempo, el aspecto y el modo de la oración.

Por ejemplo, en la forma vivo, la raíz, viv- es la que indica la idea de vivir, y la desinencia -o indica primera persona del singular, del presente del modo indicativo.

La persona y el número de los verbos
La desinencia de primera persona refiere al enunciador (yo); la de segunda persona refiere al destinatario de la enunciación en forma informal (tú) y la de tercera persona puede referir a personas ausentes (él, ella) o a un destinatario en registro formal (usted). El número del verbo se suma a la persona para indicar si se trata de una o varias personas (singular o plural).

El tiempo absoluto del verbo
Para hablar del tiempo como categoría gramatical, es necesario distinguir entre tiempo cronológico y tiempo lingüístico. Éste último se basa en el cronológico, pero no coincide totalmente con él. El tiempo lingüístico se basa en el establecimiento de un punto cero, que no es estático, sino móvil.
Los tiempos que se miden desde el punto cero, o sea que se relacionan directamente con la situación de comunicación, se denominan absolutos. Los que indican anterioridad con respecto al origen son los pretéritos perfecto compuesto, perfecto simple o indefinido e imperfecto. El que indica posterioridad es el futuro imperfecto.

El tiempo relativo del verbo
Los tiempos que se miden teniendo en cuenta un punto de referencia secundario (que también se relaciona con el origen) se denominan tiempos relativos. Son el futuro perfecto, el condicional simple, el condicional compuesto, el pretérito pluscuamperfecto, y el pretérito imperfecto, en algunos de sus usos. En estos casos se toma como referencia un punto cualquiera de la línea temporal para señalar con respecto a él la anterioridad, simultaneidad o posterioridad. Por ejemplo: Me dijeron que Juan se había casado, se había casado es anterior al punto de referencia (me dijeron).

Los modos verbales
El modo indica la intención del que habla o escribe: en general el modo indicativo presenta un hecho como real; el modo subjuntivo expresa un deseo, una posibilidad o una duda, casi siempre con un matiz futuro; y el modo imperativo, una orden, una invitación, un pedido o un consejo.
El modo es la categoría verbal que puede expresar las diferentes actitudes que asume el hablante ante las acciones verbales que enuncia.

El aspecto del verbo
El aspecto se relaciona con la forma en que ocurre o se desarrolla la acción a la que hace referencia el verbo. Puede implicar un cambio o la ausencia de un cambio (madurar, estar verde); alcanzar un límite o carecer de él (llegar, viajar); realizarse de forma única o repetida (disparar, ametrallar); de forma permanente, habitual o intermitente (ser argentino, coquetear, parpadear).
El aspecto también informa la extensión temporal de la acción: un período no acotado de tiempo, un intervalo acotado, un instante.

Todo este tipo de información se manifiesta a través de diferentes procedimientos: puede estar en la raíz verbal, en ciertos morfemas derivativos (rever, ver), en la flexión (caminaba, caminó), en determinadas perífrasis (empezar a, acabar de).

El fenómeno de la voz o diátesis presenta una de las mayores diferencias entre el español y las lenguas cultas de la antigüedad, modelos de las gramáticas tradicionales. El griego clásico presentaba formas activas, medias y pasivas; el latín, sólo activas y pasivas. Las lenguas romances, en cambio, han conservado las desinencias activas y han recurrido a las perífrasis o a otras estructuras para indicar pasividad.



domingo, 26 de febrero de 2012

¿Se puede usar el sustantivo sin artículo (artículo = ∅)?


Efectivamente, en algunos casos es posible utilizar el sustantivo sin artículo. Veamos cómo.
 
Construcciones que permiten alternar artículo y

Las construcciones sin artículo presentan un comportamiento opuesto al de las expresiones referenciales: no permiten la identificación de entidades, ni la posibilidad de la anáfora. Se utilizan:
  • Cuando designamos clases de objetos o tipos de materia:
a) Escribe la / una novela.
b) Escribe novelas.

Si comparamos ambas oraciones, comprobamos que en a) nos referimos a un “ejemplar” de la novela, cuya existencia es conocida por los interlocutores. Con el artículo indefinido, seguimos refiriéndonos a un “ejemplar”, pero en este caso, se trata de una novela desconocida (referente inespecífico). En b) se trata del “tipo” novela: Escribe novelas y no poesía.
Lo mismo que el sustantivo con artículo indefinido, estas construcciones suelen recibir también interpretación inespecífica:
a)      Cayeron piedras.
b)      Compré sillas.
c)      La empresa despidió empleados.

Pero, si las sillas o los empleados son conocidos por hablante y oyente, debe decirse:
Compré las sillas.
La empresa despidió a los empleados.
  • Con sustantivos no contables, el contraste entre usarlos con o sin artículo puede ser: inespecífico / conocido como en d) y e); o tipo / ejemplar como en f):
d)      Traje madera. / Traje la madera.
e)  ¿Quedó pan en casa? / ¿Pongo el pan sobre la mesa?
f)        Tomé café. / Tomé un café.

Ciertos sustantivos que son contables pueden actuar como no contables en algunos usos. Así, en el siguiente segundo ejemplo, “manzana” hace referencia al tipo de fruta:
Comí una manzana. / Comí manzana.  

Contextos en los que es obligatorio omitir el artículo
  • Cuando se niega la existencia de la entidad denotada (observemos que los sustantivos sin artículo son contables en plural o no contables):
Los soldados no tenían zapatos ni comida.  
No había muebles en la habitación.
No va a quedar más agua en el mundo.
  • Con verbos que en el contexto adquieren valor de un hábito que caracteriza al sujeto:
Fuma puros.
Hace muebles.
  • Con sustantivos que denotan “tema”, que se comportan como los no contables:
Estudia geografía.
  • Cuando el objeto directo de proposiciones de relativo inespecíficas es un sustantivo no contable o contable en plural:
Trabajaré en una empresa que exporte  computadoras y que necesite gente que habla español.
En este caso, los verbos exporte y necesite están en modo subjuntivo, pues se refieren a una realidad que todavía no existe.
  • Cuando el sustantivo que sigue al verbo ser indica profesión, ocupación u otras características del sujeto como nacionalidad o filiación política:
Braulio Martínez es escritor.
Diego Maradona es argentino.
Alfredo Palacios era socialista.

Casos en los que el sustantivo contable singular puede funcionar sin artículo

En ciertos casos los sustantivos contables en singular se “recategorizan” como no contables ya que pierden su capacidad referencial y no denotan “individuos” sino “clases”. Esto es posible en los siguientes contextos:
  • Con algunos verbos presentativos como llegar. Se denomina así a los verbos que introducen referentes nuevos en el discurso, y que suelen construirse con el sujeto pospuesto:
Llegó carta.

Sin embargo, cuando hay información contextual que permite situar el referente, el sujeto se construye con artículo y puede ser preverbal:
Llegó la carta.
La carta llegó ayer.

sábado, 25 de febrero de 2012

El género de los sustantivos


El género es una clasificación gramatical arbitraria que en español divide los sustantivos en dos clases: masculinos o femeninos. Todos los sustantivos del español tienen un género inherente, pero esta categoría no siempre se manifiesta, por eso, para conocer cuál es el género de un sustantivo tendremos que tener en cuenta el artículo que lo acompaña o la terminación del adjetivo con el que se construye: el espejo ovalado, la pared blanca.


Generalmente son masculinos:
Los nombres terminados en -aje, -an, -or: el viaje, el plan, el calor (excepto la flor, la labor).
Unos pocos nombres terminados en -a: el día, el clima, el mapa, el planeta.
Los nombres de colores: el rosa, el amarillo, el azul, el verde.
Los aumentativos en -ón de palabras femeninas: la nube = el nubarrón, la sala = el salón.
Las palabras compuestas con raíz verbal: el abrelatas, el sacacorchos.

Generalmente son femeninos:
Los nombres que terminan en -dad, -tad, -tud, -umbre, -ion: la edad, la voluntad, la juventud, la muchedumbre, la canción, etc.
Los nombres que terminan en -o que corresponden a una persona de género femenino: la modelo.

Terminaciones especiales para formar el femenino:
-esa: el príncipe / la princesa
-isa: el poeta / la poetisa
-ina: el rey / la reina
-triz: el actor / la actriz

Son invariables:
Los nombres que terminan en -ista, -ante: el/la periodista, el/la estudiante, etc.
Muchos adjetivos sustantivados con el artículo permanecen invariables, así como unos pocos sustantivos: el/ella joven, el/ella testigo.

Casos especiales
Todas las palabras que comienzan por -a tónica, aunque sean femeninas, en singular van con los determinantes el, un, algún, ningún: águila, arma, área, agua alma, aula, hambre, etc.
En muchos nombres de animales hay que especificar si son macho o hembra: mosca, mosquito, rata.
Se usan palabras diferentes para: hombre/mujer, marido/mujer, padre/madre.

Cambio de significado según el género:
Palabras con la misma terminación cambian de significado según se usen como masculinas o femeninas: el/la editorial, el/la vocal, el/la policía, el/la frente, el/la capital, etc.
Palabras idénticas tienen significado diferente según terminen en -o o en -a: suelo/a, ramo/a, cuadro/a, tallo/a, anillo/a, puerto/a, punto/a, etc.

viernes, 24 de febrero de 2012

Los conectores de las oraciones subordinadas finales


El conector de uso más general es para (que), que solo posee valor final o intencionalidad cuando va seguido de un verbo. Si a para le sigue un sustantivo o equivalente, los valores que puede expresar son diversos, como utilidad, destino, destinatario, fecha futura.
Este cacharro no sirve para nada.
Pidieron unas pizzas para la cena.
He preparado una fiesta para ti.
Lo necesito para mañana.

En ocasiones, la causa y la finalidad coinciden, lo que ocurre cuando la razón de un hecho es el deseo o voluntad de alcanzar un fin. En ese caso, podemos utilizar por + infinito o porque + subjuntivo, lo que permite distinguirlo del valor causal, que siempre lleva indicativo:
Luchó para que esto no ocurriera.
Luchó porque esto no ocurriera (final).
Luchó porque no quería que esto ocurriera (causal).

A (que) se utiliza tras algunos verbos de movimiento que expresan una dirección del movimiento determinada:
Mañana iré a que me devuelvan el dinero.
El bombero subió a salvar a los heridos.

El conector que puede tener también sentido final cuando va seguido de subjuntivo, y se utiliza generalmente cuando en la oración principal expresamos un intento de influir en el oyente, por ejemplo, tras imperativo:
Trabaja, que no te tengan que volver a llamar la atención.

Los demás conectores finales están formados por un sustantivo que expresa la finalidad intencional, único valor que poseen:
Lo ocultó con la intención de que no pudieran encontrarlo.
Se ocultó a fin de no ser descubierto por el enemigo.

jueves, 16 de febrero de 2012

Tipos de oraciones subordinadas causales


Primer tipo
La subordinada indica la causa objetiva y real del hecho representado por la oración principal. En este primer tipo, la subordinada está muy unida a la oración principal, sin pausa entre ambas y detrás de esta.
Los conectores que se emplean para este tipo de oraciones son por y porque, además de a causa de, gracias a y por culpa de:
Está muy contento porque lo han invitado a dar una conferencia.
Por introduce con frecuencia la causa de un hecho negativo:
Lo despidieron por llegar tarde varios días seguidos.

Segundo tipo
La subordinada expresa el motivo que explica que enunciemos la oración principal, esto es, la causa de la deducción expresada en la oración principal. La subordinada aparece pospuesta a la principal. Los conectores que generalmente introducen este tipo de causa son porque, pues, dado que, puesto que y ya que:
Se han marchado, porque no hay luz en casa (= no veo luz en casa, por lo que deduzco que no hay nadie).

Tercer tipo
La subordinada puede introducir diversas informaciones causales de carácter secundario. Además de los valores vistos en los dos puntos anteriores, pueden expresar la situación o hecho que motiva que suceda el hecho contenido en la principal.
  • Pueden ir antepuestas o pospuestas, aunque algunos conectores tienen una posición fija, y entre subordinada y principal existe una pausa. Los conectores más variados: como, que, dado que, puesto que, ya que, pues:
Dado que no me quieren, me marcharé.
Aprovecha para comprar, que ahora hay rebajas.
  • La oración encabezada por como va siempre delante de la principal. Sólo puede ir detrás si hacemos una pausa fuerte entre las dos oraciones y la causal acaba con una entonación ligeramente ascendente que se representa en la escritura mediante puntos suspensivos:
Como el otro día me sentó fatal, prefiero tomar otra cosa.
Prefiero tomar otra cosa; como el otro día me sentó fatal…

Como introduce unas circunstancias que permiten al hablante explicar lo que expresa seguidamente en la principal, frente a porque, que introduce la causa real. Por eso, ambos conectores pueden aparecer juntos:
No lo he llamado, porque como siempre está enfermo…

También tiene carácter causal la combinación de cómo + que, que aparece pospuesta a la principal y es de uso coloquial:
Ella te guarda gratitud, como que te portaste muy bien con ella (= ella te guarda gratitud, puesto que te portaste muy bien con ella).
  • La oración de pues va en segundo lugar, y solo excepcionalmente aparece delante, posición en la que recuerda al si condicional:
Pues no hay solución, no pierdas la paciencia.
  • Que suele utilizarse para justificar un intento de influir en la voluntad del oyente (por ejemplo, mediante una orden o un consejo), o para justificar nuestra negativa al intento de influencia del oyente sobre nosotros, siempre pospuesta a la principal:
- Ven, que necesito tu ayuda.
   Más tarde, que tengo que terminar esto.
  • Dado que, puesto que y ya que son prácticamente equivalentes. Dado que es bastante culto y ya que es el más habitual. Pueden aparecer tanto delante como detrás de la principal, y habitualmente presentan una situación ya conocida por el interlocutor que sirve de explicación a lo expresado en la oración principal:
Ya que tienes tanto interés, vete tú al curso.

Existen otros medios de expresar la causa:
De tanto comer, enfermó (= por comer tanto, enfermó).
Al venir la policía, los terroristas huyeron.

sábado, 11 de febrero de 2012

Fenómenos léxicos o relaciones de sentido


Un hablante nativo conoce las relaciones semánticas que existen entre las diferentes unidades léxicas de su lengua materna. Por ejemplo, sabe que el opuesto de “blanco” depende del contexto en el que aparece dicha palabra: el opuesto a “vino blanco” es “vino tinto”; el opuesto a “ropa blanca” es “ropa de color”; el opuesto al “color blanco” es “negro”; el opuesto a “página en blanco” es una “página escrita”.
Las relaciones de sentido que se pueden establecer entre las unidades léxicas son las siguientes:

Sincretismo
Existe una misma forma léxica para dos usos distintos del mismo lexema. Por ejemplo, cantaba: ¿primera o tercer persona singular? El sincretismo se resuelve por el contexto gramatical o de situación.

Homonimia
Saco es una forma léxica que puede asociarse a dos lexemas distintos (el verbo sacar y el sustantivo saco).

Polisemia
Una palabra que tiene diversos significados que el lexicógrafo considera acepciones de un mismo lexema. Por ejemplo: lengua: “sistema lingüístico”; “órgano muscular situado en la boca”.

Enclisis
¿Tenemos la misma cantidad de palabras al decir vine a buscarte y al decir te vine a buscar? Intuitivamente reconocemos que se trata de cuatro lexemas en los dos casos, aunque un fonólogo hablará de tres y cuatro formas léxicas respectivamente.

Relaciones de identidad semántica
  • Sinonimia absoluta: no hay diferencia entre decir calendario o decir almanaque, ni de interpretación ni de registro.
  • Sinonimia descriptiva: cama vs. lecho; las interpretaciones coinciden, aunque el segundo uso es de un registro más formal.
Antonimia
Entre dos unidades hay oposición de significados, bien porque expresen polos opuestos de una escala (frío vs. caliente), bien porque sean términos que se implican recíprocamente (tío vs. sobrino), bien porque la negación de uno implica la afirmación del otro (inocente vs. culpable).

Hiponimia / hiperonimia
En una relación jerárquica, los significados de dos sustantivos como limonero y ciruelo están incluidos en el hiperónimo árbol frutal, del cual son hipónimos. Se trata de una relación de especie (hiperonimia) y clases dentro de la especie (hiponimia).

Meronimia / holonimia
La meronimia (del griego meros, “parte”) se refiere a las partes de un todo (del griego holos, “totalidad”). Es decir: freno, volante, motor son merónimos de auto, el holónimo. Se trata de una relación de totalidad y partes.

Campos semánticos
Se trata del conjunto de piezas léxicas relacionadas con un mismo ámbito de significación. Por ejemplo: tío, sobrino, padre, abuela, familia.

domingo, 5 de febrero de 2012

Mal uso de la preposición "a"

Debido a su frecuente uso y a su versatilidad, la a es una de las preposiciones que se presta más a usos incorrectos, por ejemplo con los sustantivos.

Las preposiciones pertenecen a la clase de palabras cerradas, porque se puede hacer una lista de ellas. Morfológicamente, se las denomina invariables porque no tienen flexión, es decir que no varían en número y género. El filólogo español Alarco Llorach considera a las proposiciones como “unidades carentes de autonomía”, mientras el lingüista Ignacio Bosques explica que tradicionalmente se consideró a las preposiciones palabras vacías, porque no poseen un significado léxico, y son así prácticamente imposibles de definir. El significado de cada preposición está en función de la relación que establecen dentro de una estructura sintáctica determinada.

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jueves, 2 de febrero de 2012

Oraciones subordinadas consecutivas: conectores


Expresan el efecto, la consecuencia de la oración principal. Se distinguen dos grandes grupos:

Con intensificador
El efecto se deduce de la intensidad de la oración principal, en la que aparece un elemento intensificador (tan/to…que, tal…que, cada…que, un…que, hasta tal punto que). El verbo introducido por que va en indicativo, a no ser que el verbo principal esté en forma negativa, en subjuntivo o sea una orden.
Me contó tales tonterías que me quedé asustado.
No era tan feo que asustara a todo el mundo.
Dale tantos detalles que no tenga dudas de tu participación.

La consecuencia puede deberse a la intensidad de la cantidad:
Comió tanto que se puso enfermo.
Hicieron tal cantidad de hallazgos que decidieron retrasar las obras.
Es tan tacaño que no le va a comprar nada a su hermano como regalo de boda.

A veces, también puede deberse a la intensidad de la calidad:
Le hizo tales regalos que no pudo decirle que no.
Tiene tales / unas ocurrencias que nadie diría que es el presidente de una gran compañía.
Tiene cada idea que asusta.

En ejemplos parecidos puede faltar el intensificador:
Corre que no hay quien lo pille.
Algunas consecutivas quedan incompletas (con una entonación característica). Su final se deja a la imaginación del oyente:
Le tengo unas ganas…
Armaron una bronca…

Sin intensificador
En otras consecutivas no hay intensificador, por lo que la relación entre las dos subordinadas es más débil:
Se quedó sin dinero, así que tuvo que irse.
Mañana es fiesta; iremos, pues, a la sierra.

Salvo de ahí que, que lleva subjuntivo, todos los demás (así, así que, así pues, conque, por lo tanto, por consiguiente, en consecuencia, luego, entonces) llevan indicativo.

A veces, el conector de la consecutiva une mensajes de hablantes distintos:
- Estoy muy atareado.
- Entonces iré yo a la fotocopiadora.
Entonces introduce la conclusión que el segundo hablante saca ante lo que acaba de decir.